viernes, 6 de abril de 2012

En los brazos de otro hombre

Calla, que así es como me gustan las mujeres.

—  Pues sí señorita, eran las tres de la tarde y te conocí. ¡Qué pechos tan voluptuosos, qué grandeza! Cuanto poder a mi imaginación otorgaban aquellos senos. —  En la plaza, entre el bullicio. A eso se refería el caballero sin sombrero, a que la divisó en la plaza del mercado.
— ¿Y sólo se fijó usted en eso? —  Preguntó la muchacha despojando su cuerpo de las ropas, a punto de entregarse en cuerpo y lo que ella creía ser el alma.
— ¡Qué va! —  rió, acercándose ya al cuerpo de la chica con intención de ayudarla en su torpe acción. ¡Aún quedaba ropa sobre ella! — Querida, eres inteligente. Culta, una chica leída. Y vaya carácter. ¡Eres un limoncito, cariño! Mmhh...
— ¿Un limoncito? —  ¿Qué era un limoncito, Señor? ¡Un limón agrio! ¡Con eso me compara! (Pensando).
—  Claro. Corteza en la superficie, agria cuando te desprendes de ella; pero tan dulce la tentación de querer saborear...
—  ¡Ay! ¡Qué daño, caballero! Me ha cogido usted muy fuerte.
— ¿Qué insinúas? ¿De mí un impaciente? — sorprendido se retiró, viendo cómo giraba su estirado cuello para buscar sus ojos —  Yo no me acuesto con alguien así. Ahora mismo, hazme un favor, sal de mis aposentos.
—  Pero caballero, yo no... me estaba haciendo usted dañ...
—  NADA. —  le interrumpe —  ¡Qué excusa de fariseo!
— ¿Y de qué me acusa? ¿Dejo entonces caballero, si es que aún merece ese trato, que me lastime? — Vistióse con rapidez y anduvo hasta la puerta.
— Cuán engañado me tenías, meretriz de calle. — Desprecio. Sólo desprecio soltaba aquella lengua viperina. — ¡Sola, sola! Sin esposo, ni criaturas, ni siquiera un animal te acompaña en tu vida. ¡Dios es justo, por una vez!
— Piense usted a quién deseó por unos instantes meter en su cama y ese será su tormento. Y cuando descubra qué equivocado se halló en su pensamiento, sabe Dios cuando, llore. Llore  en su casa cansado de una esposa frívola  y mire quién tuvo razón el día que decidió compartir placeres carnales con una soltera de mala fama.




Y un portazo; la rabia. Pasos en escalones; reconocimiento. La imagen de su espalda; arrepentimiento.

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