sábado, 20 de octubre de 2012

Somos hasta que dejamos de ser


Sintió sus ojos humedecerse. Qué bonito aquel atardecer y qué triste no poder compartirlo con nadie...



Eran las últimas horas de mi vida, amor. Y cada segundo que pasaba repasaba todo el cariño que nos dimos, todas las sonrisas que tuvimos. ¿Para qué iba a recordar lo malo, cariño? Si tú sólo me has dado cosas buenas. Que no estuvieras ahí no me da carta blanca para juzgarte, porque supongo que tendrás tus motivos para no estar el día que yo te esperaba sentada.
Pero, eso ya da igual. Quisiera contarte lo que pasó por mi cabeza esa hora y media de mi vida, la hora y media de la que más consciente he sido nunca.
El frío empezó a helarme la yema de los dedos y la nariz se me puso rojísima.
Entonces recordé justo el momento en el que nos conocimos; aquella tarde que llovía y quedé con Sonia, cuando anduve por el parque buscándola debajo de mi paraguas y ahí estabais los dos hablando.  Ni tú ni yo pensábamos que acabaríamos tan enamorados. No me fijé en ti, eras uno de los múltiples amigos de Sonia, no sé si sólo te utilizaba para el sexo o si era una amistad a secas porque nunca me lo habéis contado, pero eso me daba igual. Me mandaste una sonrisa y yo, amablemente te la devolví mientras te saludaba. Ibas a venir a casa de Sonia porque necesitabas sus apuntes, "Que con tanta lluvia uno se empapa y luego vienen los catarros que te dejan en la cama". Me pareció tan sencillo aquel comentario, y me gustan tanto las cosas tan sencillas... que las tres horas siguientes me las pasé sacándote frases, y ninguna me hacía perder el interés. Supongo que tú pensabas que era muy preguntona, pero en fin, yo sólo quería saber de ti. También supongo que te llamé la atención por eso, así que no me arrepiento ni me arrepentiré jamás de esas tres horas de mi vida. Y ahora, que se me escapa tan fugaz sin poder hacer nada por salvarla, estoy sola, echando de menos todos esos momentos, incluso aquellos en los que ni siquiera podía moverme de la cama o no tenia fuerzas para enfrentarme a mi enfermedad.  Hay gente que suele decir que con la persona a la que ama es diferente, y yo te digo que contigo siempre he sido capaz de ser yo misma sin tener que esconder una mueca que me hiciera menos atractiva, una palabra que hiciera de mí una ordinaria o un sentimiento que mostrara mi debilidad. He dudado de ti muchas veces, igual que tú de mí, pero siempre volvíamos el uno al otro más tarde o más temprano. Porque nos amamos, cariño. ¿Seguirás tú? ¿Seguirás, cariño, amándome? Incluso aun si no estás en mi último aliento... 





1 comentario:

  1. No sé como lo haces pero siempre me gustan tus relatos... son tó bonitos y quien no los lea no sabe lo que se pierde :)

    ResponderEliminar