viernes, 22 de febrero de 2013

Soledad

La calle huele a lluvia y Andreas espera con su maletín de trabajo sentado en un banco de madera en la estación de Georgia. Tiene la nariz ligeramente roja y los labios cortados. Las manos, grandes y fuertes, están frías y buscan calor en la fricción entre ellas. Levanta la mirada y sus ojos negros consiguen ver la luz del cercanías. Se levanta y espera paciente. Ya no hay nadie porque son las 10 de la noche. Entra en el cercamías  y se queda de pie, obviando los asientos libres que le rodean. Mira por la ventana, y la estación va alejándose poco a poco con sus aceras mojadas y su olor a lluvia. Suspira. Está cansado y no quiere encontrase en su apartamento con su compañera de piso, su amiga soledad. Las gotas de lluvias han empezado a caer y luchan entre ellas para llegar primeras al borde de las ventanas. Unas luces de neón brillan en ellas, rosas, azules, verdes. Multitud de colores que se alternan llamando la atención. Andreas se acerca y mira curioso. Dancefloor. Eso dice el neón. Es una escuela de baile y hay algo que le llama la atención; una sombra femenina tras la cortina del primer piso. Está cerrada, claro - piensa. El tren sigue su trayectoria y deja atrás aquel edificio con modernas luces de neón y Andreas vuelve a su barra, se aferra a ella, cierra los ojos y piensa: mañana será otro día.
 Al día siguiente el cercanías pasa por el mismo lugar, como de costumbre, por ese lugar donde él no había puesto nunca su interés. Y así, durante semanas, y sigue viendo esa sombra tras las cortinas. A veces más hacia la derecha, otras, hacia la izquierda, días que está más en el centro y todos esos días Andreas vuelve a casa pensando en quién será, de qué color será su mirada, cómo sonreirá...
 Es jueves, y faltan pocos minutos para llegar al salón de baile. Lleva con los ojos pegados a la ventana desde que pisó el suelo del cercanías y la busca, busca esa sombra. Vamos. Estamos llegando. ¿Qué? ¿Dónde está?
Ya no hay sombra tras la cortina y Andreas se siente hoy un poco más solo. Agacha su mirada y la posa en una mujer con su bebé en brazos, que agarra su dedo índice con sus pequeña mano.
Viernes. No voy a mirar más - se dice a sí mismo - no debo hacerlo. Pero no puede resistir mirar hacia arriba, y justo en ese momento, la ve. Su piel es pálida, pero hermosa, su pelo, recogido en una coleta alta deja al descubierto sus facciones y sus rasgos parecidos a los europeos. Es guapísima.
Baja en la parada más cercana y se dirige corriendo, sin pensar, al salón de bailes. Está abierto, así que sube las escaleras, agotado. Pero le da igual, jadeando, llega a la primera planta: allí está, de pie. Ignora a las personas que al ritmo del vals pasean sus cuerpos por la pista y llega hacia ella. Todos lo miran, asombrados. La encargada del salón le llama la atención, pero para él es un murmullo. La toca y se da cuenta. Qué estúpido ha sido, siempre ilusionándose en causas perdidas. La tontería más grande de todas. Qué ridículo más grande. Sale de allí escopetado. Eres un idiota... has creído en algo irreal. Has corrido y subido escaleras, te has ilusionado y has pensando noche tras noche en un maldito maniquí de baile.

Sus ojos vieron lo que su corazón deseaba.







1 comentario:

  1. *_* Que potito! Y tengo que decir que POR FIN has publicado una entrada jajajaja, ya has tardado en? xD

    ResponderEliminar