lunes, 20 de agosto de 2012

Chocolate.


Aprendí que todo lo que esta vida te da  es algo esencial para tu progreso. Y te aseguro, África, que tú eres más que ese progreso, eres más que esos ojos verdes encerrados. Eres fuego ardiente, como tu cabello, eres dulce y seductora como tu sonrisa. Hasta ahora nunca me había fijado, pero tienes un rizo siempre en el mismo lugar que acaricia tu hombro lleno de pecas, siempre juguetón y perfectamente sintonizado con el resto de sus compañeros rojizos. Cada vez que veo tu cuerpo tan fino, tan delgado que es casi frágil se me destapa la ternura. Sé que no te vas a romper, porque tú eres quien rompe cosas. Rompes mis lágrimas, las conviertes en deseo, en besos sin motivo alguno, en caricias rodeando tu trasero…
Haces que mi boca se derrita en tus senos, y que mi corazón, cansado de amor descafeinado, pida chocolate. 

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